Con estas líneas trataré de expresarte toda la cantidad de agradecimiento que se contiene en mí, para ti. Siendo un agrado poder redactar mientras pienso en tu rostro y en tu mirada. Sintiéndome el ser más privilegiado por tenerte a ti como la mujer que me procuró la vida.
Madre mía, estoy contento ya que estás ahí y nunca desapareciste. Me sigues dando el aliento que necesito y mantienes tus brazos abiertos para cuando yo los necesite. Mantienes tu fuerza natural para protegerme y levantarme cuando caiga, esperando el momento para lavar mi rostro y sacudir mis ropas.
No tengo nada en este mundo que pueda retribuir todo lo que tú me has dado. No tengo la energía que sigue emanando de tu cuerpo, con la cual recargo mi espíritu agotado. Confiando que, con estas humildes palabras, encuentres el real tamaño del amor que te tengo. Esperando lograr entregarte lo que te mereces, en estos momentos que mi espíritu está con el vigor suficiente para cargar con el gran corazón que tú, en mí, has creado.
No tengo más que comparaciones, para poder graficarte cuanto es el cariño que te tengo. Tomando a las montañas para demostrarte cuan alto, el mar lo ancho y el cielo la amplitud de mi cariño hacia ti, mamá. Sin olvidar que las mínimas expresiones, también son las cosas que me representan tu persona.
Mami no lleves mi éxito hacia parámetros suntuarios, ya que por el hecho de haberme criado, de la forma que lo hiciste, te puedo decir que hasta el momento todo va bien y en inmejorables condiciones. Reconociendo ahora el sacrificio en el cual te involucraste para darme lo mejor de ti.
En éste día en que la sociedad, en su conjunto, trata de hacer colectivo el sentimiento maternal, yo aprovecho para decirte lo más particular que está dentro de mi corazón: Te quiero mamá.
Heche Kija Ol.
domingo, septiembre 04, 2005
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