domingo, septiembre 04, 2005

Papá, uno no lo puede tener todo.

El título tiene que ver con el sacrificio que puede realizar un hombre, cumpliendo el destino que le han trazado. A sabiendas que debe dejar postergado su sueño, por él de los demás.
Un mortal que determinó comprometerse con los que vendrían de él. Asegurando, por cierto, con estas palabras que así ha sido. Dado que hoy comprendo, a cabalidad, que pusiste obstáculos con el único fin que tu progenie avanzara todo lo que pudiera; mientras las divisas te alcanzaban.
Papá, éstas líneas te las escribo a ti por que lograste que tu, verdadera, alcurnia se fijara en nosotros. Somos más no por que el ingrato mercado nos está dando como tarro y estamos flotando en él, sino por el hecho de ser tus hijos. Condición que nos ha entregado capacidades de acción, para creer que somos hijos de un Dios –concentrándome en Jesús (Miguel de Nebadón), obviamente-.
En ésta vida, estamos íntimamente condicionados por las enseñanzas que recibimos. Desde el represivo “no” infantil, llegando al condicionado “hasta cuando” juvenil, fueron y siguen siendo las instrucciones con las que hemos podido sostenernos en el tiempo y llegar con bien a éste período.
Quiero agradecerte por ser mi papá; por no haberme abandonado a mi suerte y comprometerte con mi futuro; por estar visible y saber realmente quien eres. Dentro de tantas cosas más, necesitaba tanto comunicarte lo que ahora te escribo.
Espero que algún día puedas perdonarme todos y cada uno de los “forrazos” en que te involucré. Unos concientes, pero la gran mayoría fueron producto de una concatenación de hechos que, con mi simple mortalidad, no fui capaz de desintegrarlos y hacerlos desaparecer para que nunca te complicaran.
Mientras recorro esta vida, no dejo de sorprenderme de las maravillas que están presentes, y que solo las puedo ver dado el grado de cultura que poseo. Un conocimiento que solo fue posible forjarlo, por el compromiso que tú adquiriste conmigo y que, hasta hoy, no lo has abandonado.
A lo mejor, debí decirte todo esto en otro momento; sin embargo, el traspaso de cultura ha sido tan fuerte que: aprovecho las circunstancias para decirte todo esto y desearte un feliz cumpleaños.


Hache Kija Ol.

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