Mi consuelo se encuentra entre la divinidad que me ha dado la esperanza de una vida mejor y la alegría de saber que estás con bien.
Mi tristeza es producto de que muchos están en problemas y yo por ellos no puedo hacer nada, ya que ni siquiera para mi existe solución a la problemática de toda una vida.
Condenado estoy a saber como son las cosas y a encontrarme desamparado entre tanto ser abominable.
Estructuras se yerguen ante mí para no dejarme avanzar y consumarme en el dolor de la injusticia y el frío silencio.
Estoy pensando en tu rostro carmesí, en tos ojos de almendra y en tu boca de fresa. Conceptos frescos que se renuevan a cada momento que necesito recordar mi felicidad, la presente angustia y el futuro incierto.
Vivo una quimera mezclada con la fantasía de una felicidad que nunca ha de llegar; sin embargo, aceptada, comprendida y apartada por la divinidad.
Cada vez me siento más consumido por el dolor de una vida extraña y complicada, torcida y tenebrosa la cual me ha enseñado a no reír sin antes pensar de que me estoy riendo.
Aparta tu incomprensión y sacúdete los prejuicios ya que con tu corazón sabio sabrás hacia donde está la felicidad y la tranquilidad.
El tiempo ha sido nuestro peor enemigo, nos convocó a la condena de sus designios, dejándonos a la merced de la tormenta. Sacudidos por incontables embates, pero todavía dispuestos a seguir en pie.
No abandones tu singular esencia ni particular presencia. Recorre lo que haz vivido y tuércele la mano al destino que se te presenta. Siempre estaré a tu lado para darte alguna - pequeña o grande- respuesta.
No desesperes ante la angustia que siempre, como mala consejera, inhibe la astucia. Inteligente eres y de ella sacarás las fuerzas, que te hacen falta, para comprender que siempre tendrás el apoyo de quienes no te fallarán nunca.
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