Comenzó entonces la recolección por parte de los bondadosos. Tornándose translúcidos, extendían sus manos sobre las personas y estas comenzaban a caer. Sin explicación alguna hombres, mujeres y niños se desplomaban y caían inertes al suelo. El pandemonio comenzaba así para la raza humana.
Al percatarse los subyugadores que los bondadosos comenzaban la recolección, éstos no trepidaron en combatirlos ferozmente. Rayos y centellas salían de sus manos para golpear a los bondadosos, sus esclavos disparaban también y el caos cundió sobre la faz de la Tierra.
Corrían dando saltos y zancadas espectaculares. Con un pequeño giro, más un impulso portentoso, embestían a los bondadosos para que no pudieran hacer su trabajo. Desde las alturas centinelas y deslizadores contenían el trabajo de los guardianes de la recolección.
HSQO
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